El uso de aceites naturales y vaselina en los años 20 como parte de la rutina de belleza fue una práctica común, práctica y muy ingeniosa, especialmente en un tiempo donde el acceso a cosméticos comerciales era limitado o costoso.
Muchas de estas prácticas caseras han vuelto con fuerza gracias a la tendencia "clean beauty" y el interés por lo natural. Hoy, el aceite de ricino o de oliva siguen siendo usados ¡exactamente igual que hace un siglo!
En esa época, muchas mujeres recurrían a lo que tenían a mano: productos de uso cotidiano que podían transformarse en rituales de cuidado personal. El baño o la cocina eran casi un laboratorio de belleza.
Estos aceites se usaban principalmente en el cabello y pestañas:
Aceite de oliva:
Rico en antioxidantes y vitamina E. Se aplicaba caliente o a temperatura ambiente para nutrir el cuero cabelludo y suavizar el cabello seco o quebradizo.
→ Tip vintage: Algunas mujeres envolvían su cabeza en una toalla caliente después de aplicarlo, como un tratamiento casero de spa.
Aceite de ricino (castor oil):
Muy espeso y pegajoso, pero considerado un "milagro" para fortalecer el cabello y fomentar su crecimiento. También se usaba en las cejas y pestañas, aplicado con hisopos o cepillitos.
Conocida como "petroleum jelly", la vaselina fue un básico en los tocadores por varias razones:
Labios: Se usaba como bálsamo labial para prevenir o suavizar grietas.
Brillo capilar: Aplicada en pequeñas cantidades en las puntas del cabello para darles brillo (¡pero cuidado con el exceso! Podía dejar el cabello grasoso).
Sombras y rubores caseros: Mezclada con pigmentos o rouge para crear maquillaje en crema improvisado.
Para la piel seca: En codos, talones o manos, era uno de los pocos humectantes accesibles.
Lo interesante de esta época es que muchas mujeres creaban sus propios tratamientos, compartiendo recetas entre vecinas, revistas de moda o incluso aprendiendo en salones locales. No había marketing sofisticado, pero sí mucho ingenio.
Aunque el look final parecía sencillo, las mujeres de los años 20 invertían tiempo en crear una apariencia cuidada. El brillo en la piel y el cabello era símbolo de salud y elegancia discreta, influenciado por el cine y la creciente cultura del glamour.